A mediados de los años noventas una lamentable tonada sonaba en los eventos sociales de bajo presupuesto, su nombre era chequetere.Francamente pienso que si han pasado diez años desde la última vez que escuche ese pedazo de bodrio musical, debe existir alguna razón por la que la recuerdo hasta el día de hoy.Un psicologo podría argumentar que algo de mi inconsciente se manifiesta oculto bajo esos repetitivos coros; que ese chequeterep, tep, tep, tep, tep, tera tiene alguna relación con chaqueta, cheque, chaquetero o algo así.Tal vez por ahí podría ir el tema, pero al igual que esta, muchas otras basuras musicales de los noventa formaron parte de un entorno adolescente que no he abandonado de forma clara y definitiva, un entorno que me definio a mi y a muchos de mis amigos, que si bien escuchan y escuchaban música de mayor calidad y propuestas mas enriquecedoras que la mencionadaen este texto, vivieron el martirio (en ocasiones se transformaba en placer) de escuchar estas obras de culto, bastante podridas.
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